Hoy es Día Internacional de la mujer, y a diferencia de otros años, este
2018 no ha estado marcado por felicitaciones ni por imágenes de “mujeres
empoderadas” ; este año no es de festejo sino de conmemoración. Vamos de gane.
Como en otras ocasiones ya lo he dicho, rezo porque el Día
de la Mujer desaparezca. Y no, no es porque no quiera celebrarlas, ni porque no
crea que se lo merecen. No, pero el día en que esta conmemoración deje de tener
sentido, será porque vivimos en una sociedad igualitaria, en la que, más allá de
los aspectos físicos y emocionales, no haya diferencia entre ser hombre y ser
mujer.
Sueño el día en que machismo y feminismo desaparezcan para
convertirse en humanismo; el día en que una mujer, dentro de una misma empresa
y haciendo exactamente el mismo trabajo que un hombre, gane lo mismo que él, el
día en que la licencia por paternidad sea tomada para lo que fue creada y no
para tener unas vacaciones e irse con los amigos, el día en que desaparezca “el
mandilón” y la “vieja puta”.
El camino no es fácil, y más ahora que este cambio ha
provocado una lucha entre nosotros, donde los hombres se han vuelto más
violentos ante el miedo de perder el control y las mujeres, que buscan una
venganza por tantos años de sometimiento, señalan a los hombres "el pecado de ser hombres". No sé si esta etapa que estamos viviendo
sea algo natural y necesario o simplemente es que seguimos sin entender que el
otro sexo, más que hombre o que mujer, es un ser humano, pero ojalá y pronto
acabe porque no nos está haciendo ningún bien.
Mientras tanto, sigamos conmemorando este sueño para que se
convierta en realidad y no en utopía.
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